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jueves, 12 de enero de 2012
PROBLEMAS AUDITIVOS EN LOS NIÑOS
Información
Muchas veces, por antecedentes familiares, ciertos hábitos de la madre o
circunstancias del parto, se presentan casos de niños con trastornos auditivos,
los cuales deben ser tratados apenas se sospeche de su existencia, ya que,
mientras más temprano se comience el tratamiento en la vida del bebé, más
control tendremos sobre el problema
Los sentidos son la puerta por la que accedemos al mundo que nos rodea.
Gracias a la percepción de olores, colores, sabores, texturas, sonidos y
vibraciones, somos capaces de aprender a vivir en este mundo al que
moldeamos de acuerdo a nuestras necesidades o al que irremediablemente
nos sometemos.
Si falta alguno de los cinco sentidos se dice que los demás se desarrollan con
mayor intensidad. Por ejemplo, los ciegos suelen tener más agudizado el
sentido del oído y del tacto, y los sordos, desarrollan de una manera prodigiosa
otros sentidos como la vista, medio por el que pueden hasta seguir una
conversación con sólo observar los labios de otra persona que les habla.
Una deficiencia en el niño debe constituirse en una ventaja que permita hacerlo
más valioso como ser humano en la medida en que valore más su cuerpo y su
espíritu y, por consecuencia, a los demás. Una deficiencia en el pequeño debe
ser también una oportunidad para los padres que los ayude a apreciar mucho
más al género humano que -aunque, en apariencia, se encuentre íntegro
material e inmaterialmente- siempre tendrá imperfecciones que debe superar
durante su existencia.
Sospecho que mi hijo no oye
La madre es el primer detector de potencialidades y problemas en el bebé, y no
es para menos: lo tuvo nueve meses en su vientre, luego lo trae al mundo, en
el que lo alimenta con su propia leche, afecto y calor. Es ella la que, atenta a
todas las reacciones del pequeño, acude al pediatra en caso de que observe
ciertas actitudes como por ejemplo: se cerró una puerta violentamente cerca de
él y no se asustó, ni se movió, ni lloró; le tocaste una campanita, le aplaudiste
en su cara y ni siquiera cerró los ojos... ya va, no corras todavía al especialista.
Si además de la observación de ciertas actitudes en el bebé, tienes ciertos
factores de riesgo -como familiares con trastornos auditivos, sufriste procesos
infecciosos virales, como la rubéola, durante el embarazo; padeciste de
infecciones bacterianas y recibiste ciertos antibióticos en altas dosis,
consumiste drogas o licores en grandes cantidades... ¿Tienes alguno de estos
factores de riesgo?-, pues espérate un momento más, no llames todavía al
pediatra.
Cuándo nació el bebé ¿lo hizo por parto forzoso? ¿Tuvo por casualidad
algunos problemas con la oxigenación que lo hicieron ponerse azulito? o
¿Mostró problemas con el Rh de tu sangre, presentando altos niveles de
bilirrubina que lo hicieron tornarse de color amarillo? ¿Sí?
Bueno, aunque son circunstancias que pueden acompañar a algún niño,
inclusive al tuyo, no debes angustiarte. Ahora sí podemos llamar al pediatra,
quien debería escuchar todas tus dudas, indagar en todos estos antecedentes mencionados, y conocer del área de la otología, con el fin de que pueda remitir
al bebé a un especialista, si efectivamente tiene un potencial trastorno auditivo.
Los métodos para determinar el nivel de trastorno auditivo, pueden ser -de
acuerdo al especialista- de tipo conductual o no conductual. Los primeros
requieren una respuesta conciente del paciente mediante el aprendizaje de
estímulo-respuesta, adecuado para niños mayores de cuatro años. Los más
utilizados son las audimetrías tonales y vocales.
Los procedimientos no conductuales son aquellos que no requieren de una
respuesta conciente del paciente, por lo cual, son los más utilizados en niños
menores de un año. Las técnicas más comunes son las mediciones
otoacústicas y los potenciales auditivos del tallo cerebral.
Las mediciones otoacústicas constituyen el método más rápido y se utiliza para
el despistaje de problemas auditivos en grandes poblaciones. Las células del
oído interno son capaces de emitir ondas otoacústicas que son detectadas por
un equipo especializado, el cual es capaz de estimular para recibir una
respuesta o feedback que se traza en ondas y, de acuerdo a su frecuencia,
pueden ser indicadores de problemas auditivos.
Si las mediciones otoacústicas dan una señal de posibles problemas, se
recurre al potencial auditivo de tallo cerebral, técnica que sí permite determinar
con mayor certeza el nivel de audición. A través de tonos puros o sonidos de
banda estrecha, se estimula el oído para ver la respuesta, se colocan unos
electrodos en la cabeza del paciente y se comienza la estimulación. Un aparato
comienza a medir cómo es la respuesta eléctrica a través del tallo cerebral en
todo el recorrido por la llamada "autopista auditiva".
En el potencial auditivo se obtienen ondas constantes del estímulo en los
núcleos del tallo cerebral, ondas constantes que, si lo dejan de ser, se puede
sospechar que el niño no está escuchando
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